viernes, 15 de abril de 2016

ANTECEDENTES


En los ochenta los gobiernos Reagan en los EEUU y Tatcher en Gran Bretaña consolidaron en los países capitalistas el neoliberalismo, un pensamiento económico que tenía como adversario principal el Estado del Bienestar, cuyos principios básicos pueden resumirse en los siguientes cuatro puntos: que el déficit del presupuesto estatal es negativo para la economía, puesto que absorbe el ahorro nacional, aumenta los tipos de interés y disminuyen las tasas de inversión financiadas por los ahorros domésticos; la intervención estatal regulando el mercado de trabajo añadiría una rigidez que dificulta el libre juego del mercado, no permitiendo el desarrollo económico y la creación de nuevos empleos; una protección social garantizada por el Estado del bienestar aumenta el consumo disminuyendo la capacidad de ahorro de la población; y por último que el Estado no debe regular el comercio exterior ni los mercados financieros. El neoliberalismo nace como tal, en un disputa contra la planificación expresada de dos formas: como planificación central (estado socialista) o como planificación descentralizada (estado de bienestar). En la coyuntura del presidente Roosevelt (1935), el plan Beveridge, de Churchill (1942), la planificación centralizada de la URSS, y los planes quinquenales de los años treinta (GOSPLAN). Pero principalmente en respuesta a la crisis de 1929 (La Gran Depresión) con la que se asume que la autorregulación social realizada por el mercado libre provocaron problemas.Entre las ideas y principios introducidos por el neoliberalismo y ausentes en el liberalismo clásico están el principio de subsidiariedad del Estado y en especial, el monetarismo de la Escuela de Chicago que, desde mediados de los años 50, se convirtió en crítico opositor de las políticas de intervención económica que se adoptan en todo el mundo, junto con aportaciones del enfoque macroeconómico keynesiano. A finales de los años 70, estas teorías ganaron amplia popularidad en el mundo académico y político por dar respuesta al fracaso del keynesianismo en la gestión de la crisis de 1973. Las ideas keynesianas sugerían una relación inversa entre inflación y empleo, tal como sugiere la curva de Phillips. Sin embargo Milton Friedman había señalado que esa relación no era necesaria, como quedó demostrado por el fenómeno de la inflación.

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